Conmemoración del Día Mundial del Teatro, en la UJA.
La Universidad de Jaén ha conmemorado este jueves 27 de marzo el Día Mundial del Teatro, con un pasacalles y la lectura del manifiesto a cargo de los grupos de teatro de la UJA (In Vitro-Teatro de la UJA, Mamadou Teatro y PUM Teatro-Aula Abierta), organizado por el Vicerrectorado de Cultura en el pasillo central del Campus Las Lagunillas.
Las artes escénicas nos acercan a nuestra parte emocional, a la imaginación, a la creatividad y a la creación, pero además proporcionan una gran riqueza de recursos que facilitan el crecimiento humano, pues permiten el desarrollo de aptitudes del cuerpo como medio de expresión e influyen en la capacidad de adaptación a situaciones cotidianas.
La Vicerrectora de Cultura, Marta Torres, indica que para la Universidad de Jaén es crucial potenciar la formación integral del alumnado e incidir en su formación humanística a través de la apropiación de un conocimiento amplio de las artes escénicas, consideradas desde diferentes perspectivas y partiendo de la vivencia y experiencia de conceptos y situaciones. Por ese motivo, a través del Aula de Artes Escénicas, impulsa y apoya las actividades e iniciativas relativas a las mismas.
Esta efeméride de las artes escénicas, instituida en 1961 por el Instituto Internacional del Teatro (ITI) se celebra cada 27 de marzo y cada año se requiere a una personalidad de la profesión para que escriba un mensaje compartiendo su perspectiva sobre el teatro y rol que ocupa en la sociedad. La redacción de este 2025 ha sido encomendada al director griego Theodoros Terzopoulos, una figura clave en la escena teatral internacional y defensor de un teatro que dé cabida a las realidades más urgentes de la actualidad. También es educador, autor, fundador y director artístico de la Compañía de Teatro Attis, inspirador de las Olimpiadas de Teatro y presidente del Comité Internacional de las Olimpiadas de Teatro.
Manifiesto del Día Mundial del Teatro 2025
«¿Puede el teatro escuchar la llamada de socorro que nuestros tiempos están enviando, en un mundo de ciudadanos empobrecidos, encerrados en celdas de realidad virtual, atrincherados en su asfixiante privacidad? ¿En un mundo de existencias robotizadas dentro de un sistema totalitario de control y represión que atraviesa todo el espectro de la vida? ¿Está el teatro preocupado por la destrucción ecológica, el calentamiento global, la pérdida masiva de biodiversidad, la contaminación de los océanos, el derretimiento de los casquetes polares, los incendios forestales cada vez más frecuentes y los fenómenos climáticos extremos?
¿Puede el teatro convertirse en una parte activa del ecosistema? El teatro lleva años observando el impacto humano sobre el planeta, pero le resulta difícil abordar este problema. ¿Está el teatro preocupado por la condición humana tal y como se está configurando en el siglo XXI, donde el ciudadano es manipulado por intereses políticos y económicos, redes mediáticas y empresas formadoras de opinión?
¿Dónde las redes sociales, tanto como las facilitan, son el gran pretexto para la comunicación, porque proporcionan la distancia segura necesaria frente al otro? Un sentido generalizado de miedo al otro, al diferente, al extranjero, domina nuestros pensamientos y nuestras acciones.
¿Puede el teatro funcionar como un taller para la convivencia de las diferencias sin tener en cuenta el trauma sangrante? El trauma sangrante nos invita a reconstruir el mito. Y, en palabras de Heiner Müller, “El mito es un agregado, una máquina a la que siempre se pueden conectar nuevas y diferentes máquinas. Transporta la energía hasta que la velocidad creciente explota el campo cultural”, y yo añadiría el campo de la barbarie.
¿Pueden los focos del teatro iluminar el trauma social y dejar de arrojar luz engañosamente sobre sí mismo? Preguntas que no permiten respuestas definitivas, porque el teatro existe y perdura gracias a las preguntas sin respuesta.
Preguntas que lanza Dionisio, pasando por su lugar de nacimiento, la orquesta del antiguo teatro, y continuando su silencioso viaje de refugiado a través de paisajes de guerra, hoy, en el Día Mundial del Teatro. Miremos a los ojos de Dionisio, el dios extático del teatro y el Mito que une el pasado, el presente y el futuro, el hijo de dos nacimientos, de Zeus y Sémele, proyector de identidades fluidas, femeninas y masculinas, airado y bondadoso, divino y animal, en el límite entre la locura y la razón, el orden y el caos, un acróbata en la frontera entre la vida y la muerte.
Dionisio plantea una pregunta ontológica fundamental: “¿De qué se trata todo esto?”, una pregunta que impulsa al creador hacia una investigación cada vez más profunda sobre la raíz del mito y las múltiples dimensiones del enigma humano.
Necesitamos nuevas formas narrativas orientadas a cultivar la memoria y dar forma a una nueva responsabilidad moral y política que surja de la dictadura multiforme de la Edad Media contemporánea».
(Theodoros Terzopoulos)