Alumnado asistente al curso.
La escritora Fanny Rubio afirmó, en los 9º Cursos de Verano Universitarios de la Universidad de Jaén en Torres, que en la prevención, “el diagnóstico científico, humanista, personal y colectivo” de la violencia de género hay que actuar a tres bandas y combinar el Derecho, la Psicología y las Humanidades.
“Ni el sujeto que agrede o la sujeto que es agredida son sólo fenómenos de delirio, de locura, de depresión; ni son sólo sujetos penales, a los que hay que ponerles la pulsera de alejamiento; ni son sólo enamorados tradicionales. Esos tres elementos de esa madeja nos hablan, por una parte, de emociones; por otra, de soluciones verbales, médicas o no, y finalmente, de situaciones penales”, aseguró. En su opinión, se trata de un fenómeno de mucha complejidad, “no basta con la noticia. Los medios de comunicación están entrenados en dar noticias, pero lo que dan es el final”, comentó.
La escritora linarense ha codirigido el curso ‘Acciones preventivas en la violencia de género: desde las políticas públicas a la acción ciudadana’, junto con la profesora de Psicología de la UJA Esther López Zafra, curso que ha concluido este jueves con la intervención de la delegada del Rector para la Igualdad en la Universidad Complutense de Madrid, Isabel Tajahuerce, que ha ofrecido la conferencia de clausura titulada ‘La Universidad como germen de la igualdad’.
El curso trataba de cubrir un aspecto formativo necesario, multifacético y multidisciplinar desde el cual se prevenga la violencia machista, incluso antes de que esta misma se manifieste. La idea era abarcar los aspectos más corrientes del día a día, desde la educación hasta la vigilancia en los ámbitos sanitarios o laborales.
Para Fanny Rubio, existen tres estadios donde se debe actuar. Por un lado, en el comienzo se encuentra el campo de las humanidades, de la literatura. En el terreno intermedio se halla la psicología, “entre el sujeto y los entornos domésticos inmediatos, la pareja o la familia”, dijo. Y en el final se encontrarían los derechos y los medios de comunicación, es decir, “la aplicación penal y la estadística. Pero eso sería el final y el final siempre es el fracaso”, aseveró.
Fanny Rubio y Esther López Zafra, directoras del curso.Para Rubio, los sentimientos van en paralelo al desarrollo o a la involución social. “En un momento determinado, en el Romanticismo el amor era un proceso de autodestrucción o de autoinmolación de la amada”, aunque Rubio explicó que, en la actualidad, con la creación de nuevos tipos de familia, “el amor es un fenómeno transitorio. Se sustituye un objeto por otro, como vemos en la publicidad, y eso produce daños que precisan tratamiento o, simplemente, tomar el toro por los cuernos y afrontar tus demandas como sujeto y convertir al otro en sujeto y no en objeto”.
A su juicio, históricamente, la literatura ha sido “la aspiradora, la potencia, el motor, la plasmación imaginaria de los sueños emocionales de los individuos”, aunque añadió que también ha sufrido un proceso de mercantilización, “de cosificación y de autodestrucción profunda. Nos hemos acostumbrado a leer textos breves, a sustituir la meditación, a través de la palabra, por una cadena de imágenes de frenesí, que producen, a veces, violencia, juegos o entretenimiento acelerado”. En este sentido, explicó que hay una parte de la literatura que se mantiene como propuesta para la meditación, “para la sublimación, para la materialización de los sueños y para el proyecto de los tiempos futuros y para el juego de los presentes y de los pasados”. Este es el caso de la poesía, “que no ha pasado todavía, por suerte, y que es una propuesta para la inserción de los tiempos, para la materialización de los sueños y para las proyecciones personales. La poesía todavía nos sirve”, apostilló.
Por su parte, Esther López Zafra señaló que la psicología está en un terreno intermedio del conocimiento de la persona y de cómo ésta se relaciona socialmente. “De hecho, nos basamos en esa psicología social, porque hay que darle un tratamiento global”, aparte del tratamiento clínico, “ya que hay que recuperar a la persona y darle herramientas para pueda seguir funcionando y que las secuelas sean las mínimas”, dijo. En ese ámbito clínico se ha producido un gran avance, ya que en el pasado, se consideraba que la mujer tenía una serie de trastornos psicológicos “por el simple hecho de ser mujer, que la estigmatizaban y la victimizaba”. Luego está la parte de la psicología social, que López Zafra estudia, “ese punto de unión entre el individuo y la sociedad”, en la que intervienen la víctima y el agresor. “La raíz de los problemas es social, porque hay una transmisión de patrones culturales, de estereotipos, que se van produciendo continuamente, por lo que hay que tratar el ámbito educativo y el familiar. Hay que tratar todos los contextos y ver que todos están interrelacionados”, señaló López.
Autor: Gabinete de Comunicación UJA (C.Q.R.).