Foto de portada del artículo publicado por 'The Conversation'.

Es importante identificar la alexitimia porque, en las últimas décadas, este aspecto del ser humano se ha consolidado como un importante factor de riesgo para una variedad de psicopatologías. Por ejemplo, parece ser que afecta de lleno a la capacidad de los individuos para ser manipulados por otros, pero también a la capacidad de afrontar eficazmente situaciones conflictivas, así como de desarrollar conexiones sociales con otras personas.

Para algunos autores, además, la alexitimia es un importante factor de riesgo para sufrir un brote psicótico, presentar trastornos del estado de ánimo como depresión o para sufrir alta vulnerabilidad al estrés.

La teoría del trauma ofrece una posible explicación

A pesar de ser un rasgo clave para la salud mental de una persona, todavía no existen explicaciones claras sobre su origen. La hipótesis más aceptada viene de la mano de la teoría del trauma, que sugiere que la alexitimia se podría desarrollar en respuesta a un sufrimiento previo extremo, como fórmula para proteger a la persona de experimentar posteriormente emociones o afectos dolorosos. De hecho, parece ser que existen experiencias adversas tempranas en la infancia, fundamentalmente negligencia emocional y física y abuso emocional, que podrían predisponer de forma específica a sufrir alexitimia en el futuro.

En este sentido, se ha detectado una relación modulada por la alexitimia entre experiencias tempranas relacionadas con abuso emocional y conductas autolíticas –daño a uno mismo– posteriores. Todo parece indicar que las dificultades en la autorregulación de intensas emociones adversas podrían conducir a desarrollar comportamientos autolesivos como medio inadecuado de distracción, es decir, como estrategia disfuncional de afrontamiento de situaciones negativas

La buena noticia es que se ha observado que una alta inteligencia emocional reduce el impacto de la alexitimia y puede convertirse en un importante factor protector frente a esas conductas autolesivas y a las tentativas de suicidio. De ahí que resulte clave realizar un entrenamiento emocional en etapas educativas tempranas, enseñando a identificar, poner nombre y regular las emociones para prevenir conductas de riesgo futuras.

Adolescentes, autistas y personas transgénero, especialmente sensibles

Estudios recientes han demostrado que sería fundamental valorar la alexitimia en etapas del desarrollo especialmente vulnerables, como la adolescencia. Pero también para prevenir conductas autolesivas o lesiones autoinfligidas graves en jóvenes de minorías sexuales y de género y en colectivos de personas transgénero, entre ellas los adultos transgénero con trastorno del espectro autista.

En otras etapas del desarrollo, por ejemplo la edad adulta, también es muy importante analizar la presencia o no de alexitimia. Cuando existe suele evidenciarse en la frecuencia y calidad de las relaciones interpersonales, porque ser alexitímico puede influir de manera negativa en la respuesta a situaciones de la vida cotidiana que requieren determinadas habilidades interpersonales (animar, felicitar, empatizar, enamorarse, etc.).

Adicionalmente, también puede incrementar la sintomatología de trastornos psicológicos preexistentes como ansiedad o depresión, ya que no permite afrontar adecuadamente estos problemas de salud mental.

Tener conciencia emocional nos salva

El entrenamiento emocional en niños, adolescentes y adultos puede ser una estrategia eficaz para minimizar el impacto de problemas emocionales, enseñando a reevaluar y suprimir, o incluso aceptar, las emociones negativas asociadas a estados emocionales adversos.

Pero, sobre todo, es imprescindible una intervención educativa temprana sobre la conciencia emocional a través de modelos avanzados que desarrollen una inteligencia no ya emocional, sino metaemocional. En otras palabras, se necesita un entrenamiento que permita que cualquier individuo sea capaz de valorar cómo su lenguaje interno influye en sus sensaciones, modulando todo su sistema emocional de forma mucho más consciente. La identificación de las emociones hará que su regulación sea más eficiente y eficaz para afrontar situaciones vitales de alta adversidad, y promover resultados resilientes, y no psicopatológicos ante esas situaciones.

 

Este artículo ha sido publicado el 21 de enero por THE CONVERSATION.

Autor
María Auxiliadora Robles Bellido (UJA) y David Sánchez Teruel (UGR).