El investigador de la UJA, José Juan Gaforio, en su laboratorio.

Investigadores del grupo ‘Inmunobiología Tumoral’ de la Universidad de Jaén (UJA) han identificado un posible gen implicado en los distintos tipos de lipodistrofia, una enfermedad altamente desconocida e infradiagnosticada, que va a permitir abordar nuevas formas de tratar la enfermedad a través de la dieta. Los resultados de esta investigación han sido publicados recientemente en la prestigiosa revista científica internacional ‘Nutrients’ del grupo MDPI.

El catedrático de Inmunología de la UJA y responsable de este grupo, José Juan Gaforio, explica que la lipodistrofia “no es una única enfermedad, es un síndrome que puede tener un origen congénito o adquirido”, y destaca que “es tan compleja y rara, con tantos posibles orígenes, que se diagnostica poco por desconocimiento”. “Se trata de una disfunción del tejido adiposo que produce una redistribución anómala de la grasa corporal, provocando que esta grasa desaparezca de algunas partes del cuerpo y se acumule en otras”, matiza el investigador de la UJA, quien añade que esto tiene muchas implicaciones no sólo a nivel estético, sino también en la salud.

La identificación del gen implicado tanto en la lipodistrofia adquirida como en la congénita supone un hallazgo científico que permite evidenciar un nexo de unión para todos los tipos de lipodistrofia, y por lo tanto estudiar tratamientos para reducir los efectos de esta enfermedad. “Normalmente, a las personas que padecen lipodistrofia se les aconseja una dieta baja en grasa”, subraya el experto, quien recalca que sin embargo este gen se puede modular a través de la grasa que ingerimos en la alimentación.

Grasas ‘buenas’ y grasas ‘malas’

La investigación desarrollada por el grupo ‘Inmunología Tumoral’ de la Universidad de Jaén ha demostrado que hay algunas grasas que empeoran la enfermedad, como es el caso de las saturadas (presentes en muchos alimentos de origen animal y vegetal) y otras que actúan de forma positiva sobre este gen,  y, aunque no curan la enfermedad, sí actúan positivamente en esta enfermedad, como son las grasas poliinsaturadas Omega 3 (que se encuentran principalmente en el pescado). Estos resultados abrirían la posibilidad a tratar la enfermedad a través de la dieta, así como diseñar nuevas dianas terapéuticas.

En este sentido José Juan Gaforio explica que el tejido adiposo es un órgano endocrino donde se sintetizan hormonas que tienen mucha importancia para la salud de una persona, como es el caso de la leptina. “Esta es la hormona de la saciedad, la que le dice al hipotálamo que ya estás ‘lleno’ para que dejes de comer, de manera que cuando el tejido adiposo no sintetiza esta hormona en la cantidad suficiente estas personas tienen un hambre atroz. De ahí la importancia de hallar nuevas formas de mejorar el funcionamiento del tejido adiposo”, indica José Juan Gaforio.

Asimismo, el investigador destaca que, de cara al futuro, el grupo de investigación de la UJA se plantea estudiar los efectos que tienen las grasas del aceite de oliva virgen extra en esta enfermedad.

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Gabinete de Comunicación de la UJA
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