Los investigadores de la Universidad de Jaén Mónica Hernández López y Miguel Rodríguez Valverde, pertenecientes al grupo de investigación de Psicofisiología Clínica (HUM-338), lideraron durante la primavera pasada una investigación acerca del impacto del confinamiento por COVID-19 sobre la salud mental de los estudiantes. En este proyecto, titulado ‘Inflexibilidad psicológica y síntomas de salud mental durante el confinamiento por COVID-19 en España: un estudio longitudinal’ que ha sido recientemente publicado en la revista Journal of Contextual Behavioral Science, participó también el profesor de la Universidad de Vermont Antonio Cepeda Benito y la estudiante del máster en Psicología General Sanitaria Pilar Díaz Pavón.
“El confinamiento domiciliario decretado por las autoridades para tratar de atajar los contagios por el coronavirus, y evitar así el colapso del sistema sanitario, supuso un situación inesperada y estresante para la mayoría de las personas y, en particular, para los estudiantes universitarios, que vieron alterada su vida de un día para otro”, explica la profesora Hernández.
La investigadora de la UJA considera que “algunas personas desarrollan una forma rígida de reaccionar al malestar generado por las circunstancias de la vida, tratando deliberadamente de evitarlo, controlarlo o suprimirlo, y dejando en un segundo plano cualquier otro aspecto importante o valioso de su vida”, un patrón de comportamiento que se conoce como inflexibilidad psicológica. “Otras, por el contrario, aprenden a reaccionar de una forma más flexible y están dispuestas a aceptar ese malestar como una experiencia más, mientras siguen adelante, dedicando su atención y esfuerzo a aquello que realmente valoran en la vida. Esta habilidad se denomina flexibilidad psicológica”, agrega la doctora del Departamento de Psicología de la UJA.
Los investigadores del proyecto partieron de la idea de que el grado de inflexibilidad psicológica de los estudiantes influiría en la evolución de los síntomas de salud mental a lo largo de los dos meses de estricto confinamiento. Para contrastar esta idea tomaron medidas de inflexibilidad psicológica y de síntomas de salud mental en tres ocasiones, a través de unos cuestionarios online que se administraron a 260 estudiantes de entre 18 y 25 años, siendo casi la totalidad de la Universidad de Jaén: en la primera semana de confinamiento, al mes y a los dos meses, coincidiendo con el inicio de la ‘desescalada’. Los resultados mostraron un claro incremento de los síntomas de salud mental a lo largo del confinamiento. La inflexibilidad también se incrementó en este periodo, pero en menor medida, y permitió predecir el agravamiento de la sintomatología en este periodo.
“El interés de estos resultados radica en que la flexibilidad psicológica es algo que se puede entrenar. De hecho, es el objetivo terapéutico de modernas terapias contextuales como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). Si enseñamos a los estudiantes a responder de una forma más flexible al malestar, les estaremos preparando para afrontar situaciones potencialmente adversas como las derivadas de esta pandemia”, manifiesta Mónica Hernández.
Los investigadores de la UJA han iniciado, recientemente, una colaboración con investigadores del Hospital Clínic de Barcelona y del Complejo Hospitalario de Jaén para seguir avanzando en esta línea y estudiar el papel de la inflexibilidad psicológica en lo que se ha venido a llamar ‘COVID persistente’.