Trabajos de excavación realizados en el Castillo.

El profesor de la Universidad de Jaén y director de las excavaciones arqueológicas realizadas en el Castillo de Lopera, Juan Carlos Castillo Armenteros, ha presentado este martes los resultados de estos trabajos, que constatan la existencia de una pequeña alquería rural de época almohade, “que se confirma como el origen del actual municipio”, sobre la que posteriormente se edificaría una pequeña iglesia que se reconstruiría añadiéndole un carácter militar.

Esta intervención constituye la segunda fase de la excavación, que complementa a una primera realizada en el año 2007, ambas desarrolladas por un grupo de investigadores del Área de Historia Medieval del Departamento de Patrimonio Histórico de la Universidad de Jaén, bajo la dirección del propio Juan Carlos Castillo Armenteros, y la coordinación de Mercedes Navarro Pérez, Ana Visedo Rodríguez y María Victoria Gutiérrez Calderón.

Los trabajos se han centrado en la excavación completa del interior del alcázar y buena parte de los espacios exteriores, es decir, aquellos que conforman los patios de armas. Gracias a estas investigaciones se ha podido documentar la existencia de esta pequeña alquería rural de época almohade (siglos XII – XIII), que tras ser conquistada por los ejércitos castellanos en1240 se consolidaría con su integración a las posesiones de la Orden Militar de Calatrava en 1242, e inmediatamente después se cristianizaría, para lo cual se edificó una pequeña iglesia rural. Esta iglesia, de la cual se conserva su nivel de cimentación, fue incendiada y destruida entorno a 1369, en el contexto del conflicto bélico que enfrentó al rey Pedro I y a su hermanastro el rey Enrique II Trastámara. De ella se han estudiado los restos de su cimentación, lo que ha permitido a los investigadores de la UJA definir su planta, y la técnica constructiva empleada para el levantamiento de sus muros. A esta fase también pertenecen los espacios y estructuras de enterramiento que han sido descubiertos en las actuaciones arqueológicas, tanto en el interior como en el exterior del Alcázar.


Visitantes en el patio del Castillo.

Visitantes en el patio del Castillo.

Junto a esta fase, las investigaciones han puesto de manifiesto la reconstrucción de la primitiva iglesia, en esta ocasión añadiéndole un carácter militar al reforzarse su planta con dos torres de gran tamaño situadas en sus pies y cabecera, las denominadas torres de Santa María y de San Miguel. Con esta nueva función, la planta baja del edificio se dedicaría al culto, mientras que la zona de azotea que se configuraría sobre la cubierta se utilizaría como patio de armas, desde el cual se accedía directamente a las salas interiores de las torres y a los adarves amatacanados, un elemento poliorcético genuino y único entre los dispositivos defensivos conservados en las fortalezas medievales del Alto Guadalquivir. En esta segunda fase, los espacios funerarios quedan relegados básicamente al exterior, practicándose inhumaciones en las inmediaciones de la iglesia fortificada, quedando el interior dedicado exclusivamente a zona de culto, con la excepción del espacio absidal existente en el interior de la Torre de Santa María, donde se detecta un uso importante como área de enterramiento, reutilizándose consecutivamente varias sepulturas, algunas incluso como osarios. Y junto a ella, también se habilitaron espacios funerarios en la zona de la cabecera más próxima a este espacio absidal, donde se edificaron dos panteones fúnebres con una buena fábrica de mampostería.

Contexto histórico

Comparando los datos que suministran las fuentes escritas, en concreto los libros de visitas de la Orden de Calatrava (2ª mitad del siglo XV y 1ª mitad del siglo XVI), con los que están proporcionando los estudios arqueológicos, se constata la presencia de estructuras de hábitat adosadas a la iglesia fortificada, en concreto caballerizas, cocinas, áreas de servicio, etc. Estructuras a las que habría que sumar la significativa remodelación que Juan de Pacheco, Comendador de Lopera, introduce en la iglesia en 1535 para la edificación de su residencia nobiliaria. Para tal fin utilizó el interior de la iglesia, que por aquel entonces carecería de cubierta, la cual posiblemente había sido parcialmente destruida tras el asalto de las que las tropas de Enrique IV encabezadas por el Alcaide de Andújar, Pedro de Escavias, llevaron a cabo en el año 1466, dentro de las luchas nobiliarias que enfrentaron al rey y sus partidarios, entre los que se encontraba el Condestable Iranzo, y el bando contrario, encabezado por el Maestre de la Orden de Calatrava, Pedro Girón, y el Marqués de Villena, Pedro Pacheco.

Con este objetivo, el Comendador de Lopera edifica una residencia organizada en torno a un patio porticado, al que se abren varias estancias y salones. No obstante, como recuerdo de la antigua zona de culto, se mantendrá la zona absidal ubicada en la planta baja de la Torre de Santa María, que se aislará del resto de la residencia, oblietando el gran arco que la separa del resto del conjunto, habilitándose una nueva puerta situada en un lateral de la gran torre. En su interior, y adornando las paredes del oratorio, Juan de Pacheco distribuye una serie de frisos decorativos de yesería trabajada, que recogen sus escudos heráldicos acompañados de una decoración vegetal, y en la bóveda nervada que cubría la sala, traza diversas inscripciones. Todos estos elementos fueron enmascarados tras ser encalados o destruidos en épocas posteriores, recuperándose algunos de ellos tras las labores de limpieza ejecutadas en esta intervención arqueológica. La incomunicación de los espacios residenciales con la zona absidal determinó que este pequeño oratorio quedará aislado pudiéndose ser utilizado por todo el personal que habita o trabaja en el interior del inmueble.

Finalmente entre los siglos XVII y XVIII, en el exterior de la fortaleza, ocupando el patio Sur, se organiza un amplio huerto que era irrigado con las aguas extraídas de una noria, actuación que llevó a destruir y ocultar la mayor parte de las estructuras y elementos medievales que antaño fueron construidos en el mismo. Todo este conjunto se vio ampliamente alterado en 1945 con la construcción de una gran bodega por su propietario Alonso Sotomayor, de cuyo uso han quedado innumerables testimonios dentro del recinto.


Algunos de los enterramientos descubiertos.

Algunos de los enterramientos descubiertos.

La presentación de los resultados de las excavaciones, que ha tenido lugar en el propio Castillo de Lopera, ha contado con la presencia de la delegada provincial de Cultura, Mercedes Valenzuela, la diputada de Turismo, Ángeles Férriz, y la alcaldesa de Lopera, Isabel Uceda. Esta segunda campaña de intervención arqueológica se ha convertido en el apéndice de los estudios históricos-arqueológicos que desde el año 1999 se llevan a cabo por un equipo multidisciplinar, en el que se integran arqueólogos, historiadores, historiadores del arte, arquitectos, topógrafos, restauradores, etc. Se inició en el mes de septiembre, con la colaboración de la empresa constructora Luis Hervás Vico, teniendo prevista la finalización de la actividad de campo a principios de diciembre, continuándose a posteriori con los trabajos de laboratorio, que se prolongarán hasta el mes de junio del 2012. Se ha tratado de actuaciones de investigación, restauración y puesta en valor de esta fortificación, con la autorización y supervisión de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y la financiación del Ayuntamiento de Lopera.

Todas estas actuaciones forman parte de los estudios históricos previos e imprescindibles para abordar el proyecto de restauración integral del conjunto fortificado, que ha sido asesorado en todo momento por este equipo multidisciplinar, y redactado por el arquitecto Manuel Vega Olmo, y cuenta con la financiación del Ministerio de Fomento. El Conjunto Fortificado del Castillo-Palacio de Lopera constituye uno de los principales hitos monumentales del proyecto turístico-cultural ‘La Ruta de los Castillos y de las Batallas’, un evento educativo que está siendo dinamizado por la Diputación Provincial de Jaén y la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte.

De esta manera, el Castillo-Palacio de Lopera, junto al edificio de la Tercia, ubicado en sus cercanías, se convertirán en dos importantes piezas arquitectónicas de incalculable valor para el Patrimonio Histórico del Alto Guadalquivir, y particularmente en dos elementos únicos y genuinos dentro de la variada gama patrimonial que jalona la Ruta de los Castillos y las Batallas. Valores que sumados a la trama urbana, con sus representativas casas solariegas, y la iglesia parroquial, convierten a Lopera en un municipio de gran interés para la dinamización del turismo cultural de la provincia de Jaén.

Fuente: Juan Carlos Castillo Armenteros, responsable de los trabajos arqueológicos.

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