Investigadores de la Universidad de Jaén, dirigidos por el doctor Alejandro Jiménez Serrano, han presentado hoy en rueda de prensa los resultados obtenidos en las campañas de 2008 y 2009 de su proyecto de conservación y puesta en valor de las Tumbas QH 33 y QH 34, situada en la necrópolis Qubbet el-Hawa en Asuán (Egipto).
Durante estos dos años han realizado la primera fase del estudio con resultados muy positivos, tratándose del primer proyecto de una universidad andaluza en uno de los yacimientos más prestigiosos de la historia, lo que lo sitúa a la vanguardia de las investigaciones en Egipto. Este estudio ha estado subvencionado estas dos primeras campañas por la propia Universidad de Jaén, la Asociación Española de Egiptología, la Caja Rural de Jaén y la empresa Guillermo García, y para 2010 cuenta además con la financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación a través de un proyecto de I+D+I.
La necrópolis de Qubbet el-Hawa es una de las más importantes de Egipto, debido a que era el lugar donde se enterraba a los nobles que controlaban la frontera sur del país. Además, esta necrópolis no sólo es importante desde el punto de vista monumental, sino también desde el punto de vista histórico, ya que contiene inscripciones que han facilitado las reconstrucciones de la situación geopolítica de algunas épocas. Concretamente, el equipo de Alejandro Jiménez trabaja dos tumbas, la QH33 y la QH34. De la primera explica que “la característica principal era que se encontró a finales del siglo XIX quemada, y por esta razón no se había investigado aún, y gracias a este hecho tiene todos los materiales sin tocar”.
Primera campaña
Los objetivos principales de la campaña de 2008 fueron: levantamiento topográfico del sitio; realizar medidas para el fomento del turismo; estudio geo-mecánico del yacimiento, ya que el material principal de la colina es arenisca; y finalmente la excavación, documentación y estudio de los materiales de la tumba. “En esta primera campaña, que duró 46 días, pretendíamos limpiar el exterior y colocar una puerta metálica que protegiese la tumba una vez abierta para continuar en campañas posteriores. Esta puerta fue una de las grandes sorpresas que nos llevamos, ya que se calculó al empezar que la puerta tenía unos 2,5 metros, similar al resto de las tumbas, pero finalmente obtuvimos una puerta de 4,89 metros, lo que la convierte en la puerta de tumba más grande de toda la necrópolis.”, explica el investigador principal.
Entre los descubrimientos de esta primera etapa aparece un pozo de 10,32 metros de profundidad, del tamaño exacto para que entrase un sarcófago, donde probablemente se enterró al noble que ordenó construir la tumba y del que todavía no se conoce la identidad; grupos cerámicos datados entre 1800 y 1450 a.C, “piezas prácticamente enteras, y algunas excepcionales, como por ejemplo un vaso ritual de carácter funerario, o una estela funeraria de Disi-Menti del 500 a.C.”; restos de pintura en la zona central del nicho, que tras analizarlas dieron como resultados restos de cuadrículas, una mano con un loto, y un ojo. Asimismo, se documentaron huesos humanos y restos de momias, y un depósito de piedra perteneciente a sarcófagos antropomorfos y cuadrangulares, restos de caja de madera, y restos de una estatua osiríaca de grandes dimensiones.
Segunda campaña
Durante la segunda estancia de este grupo de investigación en Asuán, de octubre a diciembre de 2009, que ha estado formada por 13 investigadores, han seguido trabajando en la tumba nº 33, en la que se han descendido 15 cm del primer estrato en el trabajo de excavación en el interior, y han proseguido la excavación exterior. Asimismo han finalizado los estudios geomecánicos de la colina donde se encuentran las tumbas y la toma de datos para la conservación de la tumba de Junes (VI Dinastía), un noble que vivió hace más de 4.200 años.
En esta campaña, en la que han utilizado nuevas tecnologías como la fotogrametría y la fotografía esférica, han aparecido diferentes materiales como óstraca con inscripciones del siglo VII d.C., estelas funerarias egipcias de época faraónica, amuletos, escarabeos o sarcófagos.
En cuando a la tumba nº 34, Alejandro Jiménez explica que “no hemos trabajado en una tumba, si no en un complejo funerario de grandes dimensiones, ya que cuenta con 33 metros de largo y 8 de ancho, lo que nos confirma que pertenecía a una persona muy importante o que aspiraba a serlo”. “A pesar de que pensábamos que en poco tiempo esta tumba iba a ser excavada, en los tres meses que hemos trabajado en su interior tan sólo hemos estudiado el corredor central. Esto se debe a que ha aparecido una gran cantidad de momias, sobre todo de niños de menos de 10 años, dentro de ataúdes sin decoración, que datan del 1.700 a.C.”, comenta el arqueólogo. Además de estos hallazgos han aparecido diferentes objetos funerarios, joyas de cornalina y un sarcófago con decoración de jeroglíficos en muy mal estado de conservación.
Para concluir, el profesor Jiménez Serrano apuntó que “durante los últimos días se realizó un espectacular descubrimiento que todavía no se ha anunciado oficialmente por expreso deseo de las autoridades egipcias”. Alejandro Jiménez anunció que junto con su grupo realizará este año su tercera campaña, concretamente de septiembre a octubre, para la que contarán con un mayor número de investigadores, un total de 17, pertenecientes a las Universidades de Jaén, Granada y Madrid, y al Centro Superior de Investigaciones Científicas. “Sobre todo, estamos conociendo algunos episodios de la historia de Egipto, conservando el patrimonio de un país que no tiene recursos, y ayudando a que la población local se beneficie del turismo. Si se logra consolidar, conservar, y musealizar este yacimiento, el turismo aumentará y con ello los ingresos de la población local”, concluyó Alejandro Jiménez Serrano.