Durante los meses de primavera es importante conocer los niveles de polen que hay en la atmósfera ya que es el momento en el que florecen plantas productoras de altos índices de pólenes alergénicos. Por eso, un grupo de investigación del Área de Botánica del Departamento de Biología Animal, Biología Vegetal y Ecología de la Universidad de Jaén, dirigido por Luís Ruiz Valenzuela, estudia diariamente los niveles de polen atmosféricos, y ofrecen los resultados durante los meses de mayo y junio en la Web de la UJA.

El objetivo de esta actividad, que lleva realizándose cuatro años, es prevenir a las personas alérgicas del momento que van a estar expuestos a una mayor cantidad de polen para que puedan tomar las medidas preventivas oportunas, como la toma de medicamentos, ya que la provincia de Jaén es la región con más concentración de polen alérgico del mundo.

El grupo de Geobotánica y Palinología de la UJA tiene como una de sus líneas de investigación el monitorizaje aerobiológico de pólenes y esporas en el aire de la capital de Jaén, trabajo que lleva realizándose desde 1993 de forma continuada. Este equipo estudia la evolución de los pólenes en el aire en virtud de los parámetros meteorológicos. “Ésta es realmente una herramienta muy útil desde el punto de vista preventivo de las alergias, puesto que muchos de esos pólenes y esporas tienen una capacidad alergénica fuerte”, comenta Luís Ruiz. Para la difusión de estos datos se usa Internet como herramienta, este enlace se activa durante el período de máximo riesgo, y de esta manera, la información está muy accesible y permanentemente actualizada.

Para realizar este estudio, los investigadores Luís Ruiz Valenzuela y Fátima Aguilera Padilla, recogen diariamente el polen que se encuentra en el aire, para después clasificarlo mediante un estudio microscópico. Para ello se emplean los colectores volumétricos, como el Burkard spore trap, el más popular en Europa, que se sitúa en una zona de libre circulación del aire, sin barreras arquitectónicas y a unos 20 o 30 metros del suelo. Consiste en una cámara de admisión de aire de aproximadamente 50 cm que aspira un volumen de aire de 10 litros por minuto (volumen similar al de la respiración humana) a través de una hendidura que se orienta siempre frente a la dirección del viento, por medio de una veleta. Las partículas aspiradas chocan contra una cinta de plástico transparente, montada sobre un tambor, que se recubre con una capa fina de vaselina o silicona. Un mecanismo de relojería hace que el tambor gire durante siete días a razón de 2 mm por hora. De esta manera y conociendo la hora de inicio y fin del muestreo del aire el investigador puede realizar un análisis diario hora a hora. “Se hacen secciones de 24 horas, que son 28 cm de longitud de muestra, 2 milímetros de cinta para cada hora. Por tanto se podría ofrecer la concentración polínica cada hora, ya que normalmente en las horas centrales del día, las de mayor temperatura, aumenta el polen. En el caso del olivo es cuando abren mayor número de flores”, explica el investigador.

Después de recoger la muestra, los segmentos son examinados con un microscopio óptico para cuantificar e identificar los pólenes en función de sus características morfológicas. “La elaboración de la muestra consiste en cortar la sección que se quiere estudiar y aplicar un colorante llamado fucsina básica, que le da un color rosado al grano de polen, y permite identificarlo del resto de partículas. El colorante lleva un solidificador para que la muestra quede permanente y se pueda conservar. Facilita que el conteo pueda hacerse al microscopio en otro momento, y permite conservarla y volver a revisarla o hacer estudios de otras partículas”, comenta Luís Ruiz. Los recuentos obtenidos permiten conocer la media aritmética del número de granos de polen por metro cúbico de aire de ese día. Cuando termina este proceso, los datos se introducen en la página principal de la Web de la Universidad, desde donde puede ser consultada por cualquier persona.

Jaén, zona sensible para alérgicos

Según los últimos datos publicados en el Boletín de la Red Español de la Aerobiología, correspondientes a los años 2000 y 2001, (años muy representativos, ya que el primero de ellos fue un año en el que hubo una cantidad moderada de polen polen, y el segundo de ellos fue un año de gran abundancia polínica) la provincia de Jaén cuenta con la mayor cantidad de polen alergénico de la península debido a los altos niveles del polen del olivo, que es uno de los que más afectan.

Los datos recogidos en el boletín muestran que Jaén contó con 75.000 y 96.000 granos anuales de polen respectivamente, de los cuales de olivo fueron 60.300 y 70.000. Si este dato se compara con otras provincias andaluzas, podemos observar que para Almería se registrarón 16.900 y 25.114, respectivamente, y en concreto de olivo no llegó a recoger ni los 7.000 granos; para Córdoba, el dato asciende a 43.000 y 59.000, pero en olivo se contabilizaron 11.000 y 17.000 granos; Granada, 41.800 y 67.000, y en olivo, 14.800 y 28.400. Fuera de Andalucía, si se compara con otras provincias españolas, Orense, no llega a 14.000 granos de polen, con solo 146 granos de olivo; Cataluña cuenta con unos niveles de 34.000 a 30.000 y en olivo de 600 a 1.300; Extremadura tiene 57.000, pero de olivo solo contabiliza 5.000, es abundante en polen de gramíneas y encina; Madrid cuenta con altas tasas de polen de 46.000 a 60.000, pero se debe a los pólenes ornamentales y de gramíneas, mientras que el polen de olivo osciló tan sólo entre 1.900 y 2.800 granos anuales.

Si tenemos en cuenta que desde el punto de vista clínico, se estima que con 50 o 100 granos por metro cúbico de aire ya es suficiente para que una persona alérgica sufra los síntomas, la provincia jiennense tiene unos índices extremadamente elevados. Jaén, un año medio, con frecuencia se registran picos diarios superiores a 4.000 granos de polen de olivo por metro cúbico de aire, a lo que hay que sumar los de gramíneas y otros pólenes alergénicos; los años con más polen se han llegado a superar los 12.000 granos de polen en un solo día, por ejemplo en 2003.

Sin embargo, el año pasado fue un año de polen relativamente bajo, aunque se preveía elevado y el índice de polen de olivo no alcanzó los 32.000 granos, y el de gramíneas 3.000, quedando sensiblemente por debajo de la media. A pesar de esto, los síntomas alergénicos se dejaron sentir, ya que superaron con creces los índices mínimos clínicos. “Se ha demostrado que las personas que están en zonas con mucha intensidad de pólenes alergénicos tienen una mayor resistencia a éstos, y necesitan unos umbrales más elevados que el resto de la población”, explica el investigador principal. Estudios realizados por este grupo, en colaboración con personal médico del hospital jiennense, demostraron que en Jaén se necesitaba por encima de los 400 granos de polen de olivo por metro cúbico de aire para que se dejen notar los síntomas alérgicos entre su población sensible.

Fuente: Andalucía Investiga

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