El investigador Diego Franco

El Grupo Biología Molecular y Fisiopatologías Cardíacas de la UJA trata de hallar solución a problemas cardíacos que pueden derivar en casos de síncopes y muerte súbita. Diego Franco, uno de los responsables de esta línea, subraya que el equipo ha patentado dos biomoléculas que regulan el ritmo cardíaco.

¿Cómo es posible para la ciencia tratar de controlar el ritmo cardíaco?

El corazón se contrae por un conjunto de entradas y salidas de canales iónicos, es decir de iones que entran a partir de una serie de proteínas. El canal de sodio es aquel que inicia todo el proceso, entra mucho sodio la célula cambia de potencial y empiezan las contracciones. Ese sodio es muy importante, si hay mucho sodio se puede llegar a producir la contracción de una manera anómala y si hay poco sodio puede pasar que la contracción tarde demasiado en producirse. Por eso nos hemos centrado en investigar este canal. Nuestro objetivo es conseguir la regulación de este canal de sodio. Y para ello nos hemos centrado en ver un nuevo mecanismo de ese control que son los microRNAs.

¿Son estas las moléculas que el grupo ha patentado como una nueva diana terapéutica?

Así es, son pequeñas moléculas que se unen a las vías formación de proteínas que intervienen directamente en la formación de dicho canal de sodio. Hemos patentado dos tipos de moléculas, uno que consigue producir más proteínas y otro que puede hacer que se produzcan menos. Queremos conocer a fondo este mecanismo para ver si podemos modular el canal sódico y así controlar el flujo de sodio y, por lo tanto, el ritmo cardíaco.

Entonces, ¿estas moléculas regulan el flujo de sodio y por tanto el ritmo cardíaco?

Sí, es muy importante aprender a controlar estos niveles  porque en algunas patologías cardíacas nos interesa que se incremente la cantidad de sodio mientras que en otras sucede lo contrario y nos interesa que esta cantidad se reduzca. Lo bueno de estas moléculas es que ni quitan ni ponen el canal de sodio, sino que simplemente modulan la cantidad de flujo de sodio.

¿Para qué enfermedades y patologías del corazón es especialmente efectivo el control de estas moléculas?

Las patologías conocidas como síndrome de Brugada donde se produce un incremento de sodio o el QT largo en el que se produce un defecto. Ambas patologías están relacionadas con la muerte súbita. Por tanto estos mecanismos se convierten en una eficaz diana terapéutica para la industria farmacológica.

¿Cuál es la edad o el perfil de la gente que normalmente padece estos episodios?

 No se sabe, ese es el problema. El QT largo se diagnostica fácilmente en un electrocardiograma, claro que como bien sabemos un electrocardiograma no es algo muy rutinario. En el registro que hace el electro de la actividad del corazón se ven varios puntos que suben y bajan que se identifican con letras. El Q y el T se refieren a la contracción y la dilatación de los ventrículos, y el QT largo es cuando la distancia que hay entre ambos puntos, es decir el tiempo que hay entre una acción y otra es más largo de lo habitual. Este QT no es patológico en sí mismo, pero está asociado a la posibilidad de que se pueda desarrollar una fibrilación ventricular, que es cuando el ventrículo se contrae de manera anómala y que puede derivar en muerte súbita. Es decir el QT largo no es una enfermedad por sí misma pero supone una mayor propensión a desarrollar otros problemas.

¿Y en qué consiste el síndrome de Brugada?

El síndrome de Brugada es algo mucho más sutil y más difícil de ver y reconocer. Por ejemplo cuando se les hacen pruebas a los deportistas se les ponen electrodos por todo el cuerpo y a veces en uno de ellos se produce una alteración de la onda, así es como lo ven. Muchas personas que lo padecían han sufrido algunos años después muerte súbita. El problema es que no es fácil saber que se tiene este síndrome. Una vez diagnosticado lo normal es que te pongan un desfibrilador para que no te pase, pero es algo muy costoso y que no se hace en todos los países. Conocer a fondo estas dos moléculas podría plantear tratamientos nuevos y menos complejos.

De cara el futuro, ¿cuál es el objetivo de la investigación?

En primer lugar tenemos que conseguir salir de este atolladero de recursos económicos en el que está la ciencia para poder seguir investigando. El siguiente paso sería realizar ensayos preclínicos en ratones para asegurarnos de que estas moléculas no afectan  a otras cuestiones y si los resultados son buenos entonces podremos iniciar la fase clínica probando en pacientes.

Autor: Gabinete de Comunicación de la UJA (G.P.C.)

 

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