Imagen de portada del artículo publicado por The Conversation: Vendimia en La Rioja (España). Juan Carlos Muñoz/Shutterstock
España y Portugal, países miembros de la Unión Europea desde 1986, comparten una significativa especialización exportadora en el sector agroalimentario. Utilizando información cuantitativa proporcionada por diferentes bases de datos de instituciones internacionales como Eurostat, el Banco Mundial y CEPII, hemos analizado la evolución reciente de las exportaciones agroalimentarias de España y Portugal.
En 2022, las ventas en mercados extranacionales de productos agrícolas y de alimentación con origen en la economía española fue de casi 70 mil millones de euros, representando un 9,93 % del total de la UE.
La importancia de esta cifra radica en que la cuota española del volumen de exportaciones totales europeas asciende a un 5,79 % y su participación en el PIB del conjunto de la Unión se cifra en un 8,46 %.
Paralelamente, Portugal registraba una participación del 1,44 % en la exportación agroalimentaria de la UE y de un 1,15 % en el total exportado, siendo su cuota en el PIB del 1,52 %.
Un sector fundamental para Portugal y España
Al igual que en otras áreas del mundo desarrollado, las actividades agrícolas y de elaboración de alimentos juegan un papel fundamental en las economías de Portugal y España y determinan, en buena medida, la gestión de sus recursos naturales. Además, la industria dedicada a la producción de alimentos y bebidas es la de mayor dimensión dentro de la producción manufacturera de estos países.
Desde 2008, la actividad comercial de este sector fuera del mercado intracomunitario ha estado condicionada por las prácticas restrictivas que han interpuesto las distintas economías nacionales y por los acuerdos comerciales firmados por la UE con terceros países, vigentes o aplicados provisionalmente desde 2022 y que suman más de 50, según la Comisión Europea.
En un contexto de crisis económicas, tensiones geopolíticas y emergencias sanitarias, las exportaciones de productos agrícolas y de alimentos de España y Portugal consiguieron, entre 2008 y 2022, incrementar su valor en términos reales en un 141,71 % y un 101,32 % respectivamente, confirmando la especialización exportadora del sector.
Como dato significativo, un 14,56 % del total de productos agroalimentarios vendidos en los mercados internacionales por el conjunto de los países de la UE en 2022 provienen de España, en términos reales.
Buenos productos en el mercado
Las dos economías de la península ibérica colocan en los mercados internacionales una amplia variedad de mercancías, superando el centenar de forma holgada, y entre las que destacan el vino y el aceite de oliva.
En España, la colaboración entre empresas de pequeña dimensión ha favorecido la internacionalización del sector, contribuyendo a aumentar la variedad de mercancías que se venden fuera. Se está produciendo también un proceso de singularización y sofisticación en el tipo de mercancías vendidas, que se manifiesta en el incremento de las exportaciones de productos ecológicos y de calidad certificada por una DOP/IGP.
En conjunto, se han producido una serie de cambios que han provocado mejoras en la calidad de su estructura exportadora. La diversificación de la cartera de mercancías vendidas contribuye positivamente a un crecimiento económico sostenido de la actividad de productiva y, como consecuencia, del conjunto de las economías española y portuguesa.
A más destinos
En este periodo ha tenido lugar, además, un proceso de diversificación de los mercados de destino, ascendiendo, en 2022, a 175 el número de países en los que las empresas españolas colocan su producción y a 132 el total de mercados exteriores a los que llegan los productos portugueses.
Sin embargo, conviene matizar esta afirmación, dado que, en conjunto, el sector agroalimentario español, y en especial el portugués, siguen siendo muy dependientes de los mercados cercanos, sobre todo socios de la UE con rentas elevadas.
En 2022, cinco economías europeas (Alemania, Francia, Portugal, Reino Unido y Países Bajos) adquirieron un 47,63 % del total exportado por las empresas españolas. Paralelamente, es al mercado español al que se dirigen un 39,05 % de las ventas de Portugal en el exterior. Esto hace a la industria agroalimentaria de la península ibérica muy dependiente de la evolución del mercado intracomunitario.
Un mercado que, por otra parte, está sufriendo una situación especialmente desfavorable por dos factores principalmente. Primero, por la reducida dinámica de la demanda, debido a la baja tasa de crecimiento de la población y al proceso de envejecimiento de la misma, que influye negativamente en el consumo de alimentos.
El segundo factor es la elevada competencia que le caracteriza, tanto de países socios –sobre todo de Europa central y oriental– como de economías del norte y sur del Mediterráneo –entre las que se incluyen Serbia, Túnez o Turquía– e incluso más lejanas, como es el caso de Nigeria o las economías asiáticas. De estas últimas se importan distintas verduras como el brote de ginseng, el repollo coreano o el árbol de angélica japonés.
Llegar a otros mercados
Estas condiciones del mercado europeo de productos agroalimentarios afectan a la evolución de los ingresos por exportación de España y Portugal, y dificultan el negocio de sus empresas.
De ahí que, en los últimos años, son mercados más distantes y, particularmente, los que no participan en el proceso de integración europeo, los que en mayor medida han contribuido al crecimiento de las exportaciones con origen en España.
En esta dinámica se identifican dos componentes. Por un lado, países con los que la UE mantiene acuerdos comerciales, como es el caso de Japón y Marruecos y, por otro, mercados de elevada dimensión, entre los que destacan Estados Unidos y China.
Estas dos economías muestran un diferencial positivo en sus compras, a pesar de las restricciones impuestas por sus gobiernos a las importaciones de mercancías agroalimentarias y a la necesidad de adaptar los productos a las legislaciones locales. A esto se suman las cada vez mayores amenazas de guerra comercial y subida de aranceles, que ponen en riesgo la buena marcha de las exportaciones.
Para concluir
La diversificación espacial de las exportaciones responde a la consolidación del proceso de internacionalización. El sector agroalimentario español ha sido capaz de superar las barreras de entrada en los mercados de destino, hacer frente a los costes de transacción y coordinación que implica estar presentes en una mayor variedad de países, y aprovechar economías de experiencia.
Identificar los cambios recientes en la estructura exportadora del sector agroalimentario en España y Portugal, responsable de un elevado porcentaje de los ingresos en la balanza de pagos de ambos países, resulta imprescindible para el desarrollo, por parte de las instituciones competentes, de políticas y programas que ayuden a afianzar la diversificación geográfica de las empresas del sector en los mercados internacionales y, con ello, la viabilidad y crecimiento de su negocio exterior.
Artículo publicado en THE CONVERSATION el 13 de enero de 2025