Luis Garrido

El jueves, 27 de octubre, la Vicerrectora de Estudiantes e Inserción Laboral de la Universidad de Jaén, Adoración Mozas, inauguró la actividad académica de los colegios mayores “Domingo Savio” y “Josefa Segovia”, éste último adscrito a la institución universitaria. El acto, que se celebró en el Salón de Actos del Colegio Mayor Domingo Savio, contó con la intervención de Luis Garrido González, catedrático de Historia Económica del Departamento de Economía de la UJA, que además de recibir la beca académica, ofreció la conferencia, titulada ‘El olivar y aceite de Jaén en su historia’, tanto el contexto español como en el internacional.

Luis Garrido constató que el olivar es un cultivo relativamente reciente, ya que en tiempo de los Íberos “era una representación minúscula”, pero apuntó que la gran expansión fue a mediados del siglo XVIII y, especialmente, en el siglo XIX. “Es un cultivo simbólico y parece que siempre ha habido en la provincia de Jaén, pero no es así, sino que es el resultado del trabajo y del esfuerzo”, dijo.

Diario Digital: ¿En qué zonas de la provincia de Jaén se presentaron las primeras plantaciones de olivar?

Luis Garrido: Las primeras plantaciones de olivar, relativamente importantes, estuvieron en Andújar, porque es un sitio de paso, que enlaza Sevilla, Granada y Jaén, y actuaba como un foco de intermediación comercial del aceite. Tanto en un sentido como en otro. El Aljarafe producía mucho aceite, cuando todavía no se cultivaba, ni en Jaén ni en Granada. Había una población judía y morisca, de religión musulmana, que consumía aceite de oliva, porque no podían consumir grasas animales, especialmente del cerdo, por convicción religiosa. Cuando en Andújar se dan cuenta de que en algunos años no llega el aceite suficiente, deciden plantar para garantizarse una cantidad mínima. Esto es el siglo XIII, XIV y XV, periodos largos, pero con pocos olivares, eso sí.

D.D.: Desde el comienzo, ¿el aceite tenía un sentido comercial?

L.G.: Sí, esto desde los romanos. La ciudad de Roma se abastecía de aceite, que procedía en parte de Cástulo, el Linares actual, y todo el valle del Guadalquivir. Hay datos, porque hay unas ánforas que utilizaban los romanos para llevar el aceite, primero en barcazas por el río, y luego en barcos desde Sevilla. Al llegar a Roma se descargaba el aceite, y las ánforas eran como envases de no retorno, es decir, se tiraban. Tiraban tantas ánforas que se formó el denominado Monte Testaccio. Las ánforas estaban selladas y al excavar este monte se descubrió que había muchas que procedían de Jaén. Incluso, hay algunas ánforas en la zona del Rin, seguramente se desplazaron por demanda de las legiones de soldados.

 

Para los romanos, lo que después fue el monte Testaccio, era un basurero. Ahora es un archivo que guarda una parte fundamental de la historia, con más de 25 millones de ánforas.

D.D.: Además del uso alimenticio, ¿se utilizaba para fines cosméticos?

L.G.: De hecho, era más importante el uso no alimentario. Se utilizaba mucho para quemar aceite en los candiles, con el fin de iluminar. También se usaba para fabricar jabones, incluso tenía un uso medicinal, para friegas o masajes. Conforme la religión católica se va difundiendo, se construyen iglesia y se expande el uso del aceite, ya que para iluminar templos era preciso el uso de velas o lámparas de aceite. El aceite era más barato que la cera.

D.D.: ¿Existe mucha documentación sobre el origen del aceite de oliva en la provincia de Jaén?

L.G.: Las fuentes, fundamentalmente, han sido de archivo, conforme avanzamos hacia el periodo actual, a partir de la Edad Media. Y para estudiar el periodo visigodo, romano o anteriores, son fuentes arqueológicas. Incluso se encontraron monedas, de Iliturgi y de Cástulo, que tiene grabadas un candil.

 

Autor: Gabinete de Comunicación de la UJA. C.Q.R.

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